
El pasado 20 de abril mis flores de papel desfilaron delante de cientos de personas. Fueron fotografiadas por más de 30 reporteros gráficos. Vistas por miles gracias a las stories que se subieron en directo. Pero pocos, muy pocos, supieron y saben que eran de papel.
Seguramente es el mayor cumplido y la mejor prueba de la calidad de mi trabajo. Pensaron que eran naturales.
Una prueba, quizás la definitiva, de mi capacidad de organización. Porque el encargo lo recibí apenas dos semanas antes del desfile. Entre dos novias y Sant Jordi se colaron los girasoles.
Mientras el papel de los ramos de novia secaba (porque había que teñirlo, pues los colores eran personalizados) iba haciendo pruebas de tamaño. El girasol tenía que ser más pequeño de lo habitual, y la dalia un poquito más grande, para mantener la armonía y que las dos flores destacaran por igual. Además, debían recrear los colores de la bandera de Ucrania, por lo que debía asegurarme de que el tono del azul no se comía visualmente el amarillo y viceversa.
Aprendí a sacrificar detalles en aras de conseguir llegar a tiempo. La frase de «mejor hecho que perfecto» me la tenía que repetir cada poco. Porque caía en mis propias trampas de querer añadir realismo. Descubrí nuevas maneras de hacer el centro de los girasoles, pero que no eran viables para este proyecto por cuestión de tiempo. Las flores se verían de lejos, debían ser fácilmente identificables, sobre todo el girasol (no todo el mundo conoce las variedades de dalia existentes). El nivel de realismo exigido no era el mismo que en el de un ramo de novia, que se verá de muy cerca y desde todos los ángulos.

Una vez decidido el diseño, y recibido el visto bueno por parte de la clienta del ejemplar de muestra, quedó la parte de estructurar el trabajo. De calcular materiales y pedirlos para que llegaran a tiempo. Tenía 9 días para hacer 20 girasoles y 20 dalias pompón, asegurándome de tener todo el material necesario, pues los festivos de Semana Santa me pillaban por medio. Si preguntas a cualquier otra artesana de las flores de papel, te confirmará que es una locura. 40 flores en poco más de una semana es saber correr.
Y conseguí llegar a tiempo. Recogieron los paquetes el martes por la tarde, tal y como había asegurado. Así tenían margen para incorporarlos a los ensayos y asegurarse de que todo iba bien.
Al día siguiente, el desfile. Me invitaron a verlo, y estaba más que ilusionada con poder verlas en directo. La primera vez que veía in situ mis flores en acción. Un desfile que por poco no veo. Decidí ir en taxi hasta la Fira, en Plaza España. Bajé hasta una calle principal, en la que sería más fácil alcanzar alguno con la luz verde. Ya iba justa de tiempo. Porque un desfile es como un avión, a cierta hora se cierran las puertas y ya no puedes pasar. Lo dicho, iba justa de tiempo. Muy justa. Pero a los pocos segundos de buscar, encuentro un taxi con la luz verde. Me subo, y a los dos metros, con voz muy nerviosa me comunica que debe pedirme que me baje, pues su mujer se ha puesto de parto. «¿Le importa?». No era cuestión de que si me importaba o no, era cuestión de que él tenía que irse, era lo principal. Me bajé, y el destino quiso que justo detrás encontrase otro taxi libre. Yo llegué a tiempo. Espero que el taxista también y que todo saliera bien. Creo que todos los años me acordaré de esa criatura.
Una vez allí, en la Barcelona Bridal Fashion Week, la pasarela de moda nupcial más importante del mundo, me dirigí hacia la zona del desfile. Lo que más me impresionó fue la cantidad de fotógrafos y cámaras que había. Sabía que habría cobertura, pero no me imaginaba ni de lejos todas las cámaras que estarían colocadas al final de la pasarela.
Éramos muchos los asistentes. Casualidad del destino, me tocó sentarme justo al principio de la pasarela, por donde salían las modelos. La gente grababa con sus teléfonos el desfile. Yo en esos momentos no, disfrutaba de ver a las chicas, de maravillarme con las telas que no sabía que existían. Cuando se hizo la pausa sabía lo que iba a pasar. Saldrían a saludar junto con Merche Segarra, la diseñadora de la firma. Y saldrían con mis flores. Así que la mayoría de los asistentes guardaron sus cámaras y comenzaron a aplaudir. Fue cuando yo comencé a grabar. Y me emocioné. Por lo que significaban aquellas flores, recreando los colores de la bandera de Ucrania, y por lo que significaba para mí. El reconocimiento a tanto esfuerzo, a tanto tiempo invertido en aprender y desarrollar mi estilo.
Después vino verlas en los medios. Todavía pestañeo dos veces para asegurarme de que es real.
Te dejo el vídeo del desfile para que las veas en movimiento (minuto 15:40). Y para que veas la colección, que es una auténtica maravilla.